EL77 | Sólo una Europa soberana puede proteger a sus ciudadanos y a los Estados miembros en la nueva fase de inestabilidad y competencia mundial
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El 22 de noviembre, el Parlamento Europeo abrió el procedimiento de revisión de los Tratados de la UE. Ahora corresponde al Consejo Europeo convocar una Convención para debatir en detalle el proyecto de reforma de la UE.
Precisamente con esta perspectiva - con vistas al Consejo Europeo de marzo - la Carta Europea subraya la urgencia de una reforma profunda y coherente de los Tratados y pone en su conocimiento un Memorándum (LINK) en el que se explica por qué la puesta en marcha de una Convención es la única vía viable para la reforma de los Tratados, ya que ni los procedimientos simplificados de revisión ni los ajustes con vistas a la ampliación pueden satisfacer las reformas efectivas de los Tratados.
Los gobiernos de los Estados miembros tienen una gran responsabilidad: les corresponde en el Consejo Europeo de marzo respaldar el proceso de revisión de los Tratados formalmente iniciado por el Parlamento Europeo el pasado 22 de noviembre, para dotar a la Unión Europea de los instrumentos adecuados para superar las debilidades crónicas que actualmente están comprometiendo su estabilidad y bienestar en la nueva fase de competencia y conflictividad global.
Es innegable, de hecho, que Europa lleva más de una década experimentando una sucesión continua de crisis: desde el riesgo de implosión de la unión monetaria hasta la emergencia migratoria, desde el estallido de la pandemia hasta la deriva iliberal de algunos Estados miembros. Cada una de estas crisis ha puesto a prueba a la Unión. Cuando ha permanecido unida, las respuestas han sido efectivas: un ejemplo de ello fue la adquisición conjunta de vacunas y la creación del fondo de recuperación para financiar los planes nacionales de recuperación y resiliencia. Sin embargo, cuando los gobiernos han preferido actuar de manera descoordinada, como en la gestión de los flujos de solicitantes de asilo o en el rescate del sistema bancario tras el colapso de Lehman Brothers, los problemas han quedado sin resolver y las dificultades de algunos países han terminado afectando a todos los demás.
El problema subyacente es que la Unión es débil cada vez que carece de instrumentos efectivos para reaccionar, ya sea porque está completamente desprovista de ellos o porque activarlos requiere unanimidad entre los gobiernos. Por el contrario, Europa cuenta y es fuerte cuando se le otorgan competencias y recursos para actuar de manera autónoma en interés de sus ciudadanos y Estados miembros. Desafortunadamente, ser débil tiene un precio y, en el caso de Europa, ese precio se vuelve cada día más insostenible. Frente a la multiplicación de emergencias internas y externas, la incapacidad para adoptar medidas efectivas en política exterior, industrial, ambiental y social se traduce irremediablemente en una pérdida de seguridad, competitividad y bienestar para nuestras sociedades, lo que favorece los intereses de potencias externas a Europa, comenzando por las autocracias de Rusia y China, así como sus aliados entre las fuerzas políticas populistas y extremistas dentro de la Unión.
Desafortunadamente, ser débil tiene un precio y, en el caso de Europa, ese precio se vuelve cada día más insostenible.
Donde Europa carece de herramientas para actuar, los esfuerzos de los Estados miembros por arreglárselas por sí solos han demostrado ser en su mayoría miope y utópico: piense en la incapacidad de los gobiernos individuales para intervenir eficazmente en la estabilización de Libia o el Sahel, o en la insuficiencia de ayuda militar a la resistencia ucraniana, hasta la incapacidad de los Estados para proporcionar un apoyo financiero adecuado a la transición verde de la economía europea sin perder la competencia global con los EE. UU. y China y fragmentar el mercado único europeo.
Nuevos y mucho más graves peligros se asoman en el horizonte. ¿Qué harían los europeos si Rusia decidiera invadir un país báltico poco después de que Donald Trump, nuevamente presidente, decidiera en gran medida liquidar la OTAN? ¿Qué le sucedería a la industria europea si el proyecto de transición y digitalización fuera bloqueado por protestas de trabajadores y empresas que no pueden asumir los costos financieros y sociales de tales transformaciones, mientras que los gobiernos estadounidense y chino destinan miles de millones en planes de modernización y revitalización de sus producciones nacionales en el mercado global?
Ante estos y muchos otros desafíos, es necesario reaccionar poniendo a la Unión Europea en condiciones de proporcionar respuestas adecuadas a las necesidades de sus ciudadanos en todos aquellos sectores en los que los Estados miembros ya no pueden ser eficaces. La autodeterminación de Europa -podríamos llamarla su "transición a la edad adulta"- pasa necesariamente por una reforma de su marco jurídico e institucional, teniendo en cuenta al menos tres prioridades: es necesario fortalecer la capacidad de decisión del Consejo poniendo fin a los derechos de veto individuales; el Parlamento Europeo y los parlamentos nacionales deben tener más voz en el proceso para mejorar la democracia en la toma de decisiones; la Unión debe desarrollar políticas eficaces adquiriendo recursos y competencias en áreas como la política exterior y de defensa, la cohesión social y ambiental, la política industrial y de salud.
Para avanzar en esta dirección, no es necesario empezar desde cero: el pasado 22 de noviembre, el Parlamento Europeo activó formalmente el proceso de revisión de los Tratados sobre la base de los resultados de la Conferencia sobre el Futuro de Europa, que entre mayo de 2021 y mayo de 2022 involucró a cientos de miles de personas en un debate transnacional sobre las prioridades que la Unión debe abordar. Lo que quedó claro de este experimento de democracia participativa es que los ciudadanos en todos los Estados miembros quieren una Europa capaz de actuar y ocuparse de muchos más problemas de los que aborda actualmente. Para satisfacer estas ambiciones, el Parlamento Europeo ha abogado por una reforma de los Tratados que prevea una mayor eficiencia y democratización del equilibrio institucional, una ampliación de los poderes de la Unión en áreas estratégicas y la creación de instrumentos más efectivos para proteger y promover los valores europeos dentro de los Estados miembros.
Ahora le corresponde al Consejo Europeo autorizar la convocatoria de una Convención que se encargará de trabajar en el texto del proyecto de reforma. Es fundamental que todas las fuerzas políticas dentro del Parlamento Europeo y los parlamentos nacionales insten a los gobiernos y a la Comisión Europea a respaldar este proceso de reforma de los Tratados en la dirección de una Europa más soberana y democrática.
La Carta Europea se publica en 5 idiomas bajo los auspicios de la Fundación Europea Luciano Bolis en cooperación con la Unión de Federalistas Europeos, cuyas actividades están cofinanciadas por la Unión Europea.